lunes, 30 de diciembre de 2013

Solo son recuerdos

 "La memoria es una amante cruel con la que todos debemos aprender a bailar"
Él fue responsable de muchas cosas, pero no de esa.  Al fin y al cabo, fui yo la que me até a alguien a quien le aterraba que le atasen.
Ya no sabía si le había querido alguna vez o solamente era adicta al dolor de querer a alguien que se antoja inalcanzable.  A ese delicioso y placentero dolor de lo imposible.
Se nos agotaron las palabras. Y los momentos.  No quedaba nada.
Y se acabó.
Me liberé de él.
Pero no hubo nada de delicioso o placentero en ello.

miércoles, 25 de diciembre de 2013

Guerras inacabadas

Llegó un momento en el que se obligó a volver del lugar donde había estado perdida durante un largo período de tiempo. Volvió, y aunque podía parecerlo no era la misma persona que se fue. Y es que todo sufrimiento supone una transformación que muy poca gente logra comprender. Tuvo que arrancar todas las tiritas superficiales que le estaban infectando el alma, perdida entre las manecillas de un reloj que iba girando sin que las horas tuvieran sentido alguno. Empeñada en gritar aún sabiendo que todo sonido se ahogaba en una huelga de silencio.
Y al volver, cuando pensó que todo había acabado por fin, se encontró con una de las peores batallas que iba a tener que librar durante aquella guerra. El momento en el que todo el mundo esperaba ver a una persona que ella ya no estaba segura de ser.
Algunos cambios comienzan tan silenciosamente que ni siquiera nos damos cuenta de que están sucediendo.


- A veces pienso que el principio de nuestra historia fue lo único verdadero y ni siquiera sé por qué...
- Supongo.... que la razón por la que piensas eso es porque los comienzos son los únicos momentos donde un final nos parece imposible.

sábado, 21 de diciembre de 2013

Taller de restauración

Por fin empezaba a comprenderlo todo. Toda su historia empezó a encajar de principio a fin, recomponiéndose en un complicado puzle de tantas piezas que era imposible contarlas, y todas ellas indispensables. La más mínima pieza perdida hubiese ocasionado una locura total.
Había tantas preguntas sin respuesta, tantos recuerdos a medio borrar, que en algunas ocasiones parecía imposible encontrar el lugar exacto para que alguna de las piezas, rotas y resquebrajadas, se ajustasen sin causar ningún daño a las demás.
Pero poco a poco fue encontrando lugar para todas ellas, poniendo en un lugar especial aquellas que guardaba con cariño, y lo más lejos posible a esas que no le proporcionaban nada en su vida actual. Dando una capa de pintura y pegamento a un gran número de ellas, y poniendo una capa de barniz en todo el puzle para protegerlo de futuros rasguños, dio por terminada su obra.
No era perfecta. No, ni mucho menos. Hay quien diría que su belleza radicaba precisamente en esta razón, y otros que ni siquiera se acercarían a contemplarla. Para algunos sería algo tan sumamente complicado que ni siquiera se molestarían en comprenderlo, para otros sin embargo con una primera mirada lo verían todo claro. No, claro que no era perfecta, pero tampoco quería que lo fuese. Lo único importante es que era suya, totalmente suya.
Y entonces despertó.
Y el corazón se le encogió al compás del parpadeo de sus ojos, hasta quedar reducido a un simple latido indoloro.

miércoles, 30 de octubre de 2013

Con el otoño siempre regresan las palabras

Y yo, ya no vendo corazones a medio romper. Y ya no sé donde encontrarte. Ni quiero.
Porque al final te perdí en mitad de algún suspiro que nunca supe parar a tiempo. Y volví a llenarme de aire. Y de vida.
Y aunque el otoño siempre me deje un vago recuerdo que podría haber llegado a odiar, decidí que no quería permanecer atada a la sombra de alguien que ni siquiera sabe quién es. Decidí liberarte.
Solo eres momentos desdibujados de mi pasado. Retazos de una vida a la que ya no pertenezco.
Y es que me pesaste tanto que acabé por dedicarte ninguna noche. Me harté de jugar al escondite y de anestesiar sentimientos por mucho que chillasen los recuerdos.
Porque está claro que me perderé mil veces antes de encontrarme. Pero aprendí a no volver a  prestar mis pulmones a nadie, para que el recibo de no poder respirar no vuelva a pillarme desprevenida. A no confiar en quienes solo tienen corazón para su propio cuerpo, a no salvar a nadie de sí mismo, ni evitarles los escombros de un inminente derrumbe.
Porque nadie sale tan viva como yo de algo tan oxidado. Nadie vuelve a estar al servicio del porvenir.
Yo sí.

lunes, 1 de julio de 2013

Sin sentido

Era el rincón más tranquilo de mundo, su pequeño descanso de paz, donde huía siempre que algo le atormentaba.
Caminó despacio hasta sentarse en el borde del acantilado desde donde podía ver una gran extensión de colores azules y verdes en todo su alrededor. Las olas chocaban contra el acantilado logrando que algunas gotas salpicasen su cara. Desde allí todo se veía con más claridad, pensó.
Le gustaba ese lugar porque nadie en su sano juicio se atrevería a ir hasta allí, claro que ella hacía mucho que había perdido cualquier resquicio de cordura. Parecía aferrarse al peligro más que a la vida.
Se levantó como pudo y aspiró una bocanada de aire que la hizo sonreir. Decidió que era hora de marcharse si no quería tener problemas y empezó a desandar el camino, pero en el último paso algo le hizo cambiar de opinión: quería ser libre.
El salto al vacio fue la sensación más agradable de su vida.
Cuando despertó, el interior del psiquiátrico la opromía de nuevo desde todos los ángulos de su visión. El olor de la habitación la revolvió el estómago. Notaba todas las miradas fijas en ella. Todas riéndose. Todas burlándose.
Lo que ninguno sabía es que ella había conseguido su propósito. Ser sirena por un día.

domingo, 19 de mayo de 2013

Y como remedio: Volar

Apenas es ya uno de los numerosos recuerdos que atormentan mi alma. Uno de esos recuerdos que ni toda la tinta del mundo, por muy mágica que sea, consigue sanar.
Pero es que veces tenemos secretos escondidos en forma de recuerdos que atormentan el alma y paralizan al corazón, haciéndonos sentir débiles.. aunque al final sea la única manera de poder ser más fuertes.
Lo sé, es un juego enrevesado en el que tenemos mucho que perder. El de enfrentarnos a nuestros peores recuerdos, digo. Por si no quedaba claro siempre son ellos los primeros en mover ficha, pillándonos desprevenidos cuando menos nos lo esperamos, haciéndonos retorcer de dolor aunque sea solo por un segundo. Está de más decir que  juegan con ventaja, tienen unos poderosos alíados: los sueños y la memoria. En cuanto a nosotros... solo nos queda la promesa del tiempo, la paciencia para curar nuestras heridas y ese pequeño defecto de fábrica que tenemos todos de ir olvidando pequeños detalles que en otro tiempo nos parecieron el mundo entero.
Y en tiempos de tregua... tenemos que intentar volar. Volar para intentar olvidar que el hecho de que oigamos latir a nuestros corazones, no significa que no estén rotos por todos los sitios posibles. Volar para sanarnos, porque al final, la única forma de curar nuestros corazones es hacerles sentir que pueden palpitar con la misma fuerza que antes sin quebrarse al primer intento.

martes, 23 de abril de 2013

But sometimes they come back...

A veces la gente te sorprende.
A veces te sorprenden incluso cuando crees que ya nunca más podrán hacerlo, cuando has intentado cerrar con llave ventanas y puertas que podrían conducir hasta tí y aún así encuentran el camino para hacerlo.
Siempre he odiado que la gente se fuese de mi vida. Que se marchasen sin dejar rastro, como si nunca hubiesen estado allí, dejando ese vacío tan enorme y oscuro. Pero... ¿Y si alguien volviese? ¿Y si.. por una vez, tan solo una vez, alguien pareciese haberle dado sentido a la única promesa que de verdad merece la pena?
Creo que sería mágico. Y yo, adoro la magia por encima de todas las cosas.


lunes, 1 de abril de 2013

Solo por ser hoy..

Ayer intenté pensarte, y  me di cuenta de que ya no recordaba tu voz. Intenté que me hablases, que me gritases, pero definitivamente he olvidado su sonido. También tu olor, y el eco de tu sonrisa, pero de eso me di cuenta más tarde, mucho después de que la imagen de tu recuerdo, antes tan nítida, se desdibujase hasta distorsionarse por completo.
Es curioso como los recuerdos nos eligen. Cuando vivimos algo nunca pensamos en lo que recordaremos cuando ya no lo tengamos, y cuando aparecen las primeras imágenes nunca son las esperadas. Tenemos tendencia a creer que recordaremos los grandes momentos y sin embargo, a la hora de la verdad, nos aferramos a pequeños gestos, a nimiedades cotidianas.
Ayer intenté pensarte, y ya no me vi en aquel coche junto a tí. Me fui alejando hasta que solo pude ver a dos personas que me parecieron completas desconocidas.
Y sonreí, porque  parecía que se querían.
Pero entonces me di cuenta de que éramos tú y yo.

sábado, 16 de marzo de 2013

Corazón deshabitado

¿En qué momento el corazón se cansa de dejar en manos de otros la partitura de sus palpitaciones?
La verdad es que no lo sé.
Como tampoco sé cuando se cansó el mío, cuando se empezó a apagar y se dejó morir sin hacer apenas ruido. Puede que se cansase de interpretar siempre los pentagramas más enrevesados, de intentar crear sus obras maestras y nunca terminar ninguna. Al fin y al cabo siempre tuvo un poco de complejo de melodía interminada.
Supongo que no debería quejarme de no sentirlo, de no sentir nada bajo mi piel. El corazón se me ha roto tantas veces y en fragmentos tan minúsculos, que al final encontrarlos todos se ha vuelto imposible. Por eso miro los pocos que me quedan desde la distancia, sin llegar a pegarlos ni a introducirlos de nuevo dentro de mí.
Eran preciosos. Una pena que no me diese cuenta antes.
No sé, imagino que solo es una muestra más de agotamiento. De levantarme y no sentir absolutamente nada. De no pertenecer aquí, ni a ningún sitio. De no saber quién soy, ni como volver a ser yo misma.
Pero en fín, no sé, puede que todavía haya gente que piense que para encontrarse primero hay que perderse.
Puede que aún exista esperanza.

viernes, 22 de febrero de 2013

Imaginación entrelazada

A las 8:50 el mundo despierta, y esa calle, mi calle, parece revolverse al compás de la sinfonía de cualquiera de aquellos locos que dedicaron su vida a la música. Las notas de un viejo tocadiscos salen en forma de una despedida que una adorable ancianita espera desde hace más de cinco décadas y nunca tendrá. Mientras, uno de sus vecinos, aquel extraño hombre que suele llevar peluquín porque aún pretende parecer joven sin dejar de ser el casanova que fue años atrás, recibe la noticia de que su hijo que llevaba años en la guerra, falleció salvando un compañero. Unas notas de un violín mal afinado suenan desde el otro lado de la calle, y el perro que solo tiene tres patas intenta en vano perseguir al gato persa de los vecinos más ricos de la calle. El llanto de un bebé que acaba de nacer se solapa con las risas de unos amigos que llevaban años sin verse y han decidido celebrar el reencuentro con más alcohol del que soportaran sus mujeres cuando vuelvan a casa. Un niño cae de su bicicleta mientras intenta aprender a montar sin ruedines y el coche que trae de vuelta a casa a la tía lejana de los vecinos de la casa verde, tiene que parar para no atropellarle. La "madame" que en su juventud había sido la estrella del burdel de la esquina, ahora vuelve a casa con las medias rotas y el maquillaje corrido, preguntándose qué podrá hacerse hoy de comer. La hija de los señores del cuarto se mece en su habitación, sin parar de llorar, pensando que definitivamente se ha vuelto loca, que ya ni siquiera sabe cuantos días lleva encerrada allí, sin poder entender porque nadie sabe de su existencia justo cuando llega su madre, la misma que vive todos los días en la única mansión de lujo de la ciudad y tiene que escaparse a ese piso alquilado para llevar su doble vida, aquella que siempre le hubiese gustado tener. Dos extraños acaban de cruzar una sonrisa, sin saber que en unos años estarán felizmente casados. Un matrimonio discute mientras ocho personas hacen el amor. El chico de los recados le entrega una carta en secreto a la joven de la mansión, planeando una fuga que nunca llegará a realizarse. De la única tienda que hay sale olor a pan recién hecho y empieza a llenarse de gente. El mendigo ocupa su puesto a la puerta, ocultando tras una larga barba que en algún tiempo había pertenecido a la clase más pudiente de la ciudad. La viuda del segundo sale corriendo porque no le da tiempo a llegar a su cita semanal con el peluquero, del que todos menos él, saben que está enamorada. Los niños salen de sus casas con la mochila colgando, y las zapatillas a medio abrochar para no llegar tarde al colegio.
Y yo.. Yo llego al final de la calle. Solo son las 9:00 de la mañana. Me doy media vuelta y contemplo el espectaculo que parece sacado de una de las novelas que algún día me gustaría escribir. Y me pregunto si alguien se dará cuenta de cada minúsculo detalle e inventarán historias sobre mí.  Sonrío y me despido con un breve pero intenso latido de mi corazón.

A las 8:50 el mundo despierta, y esa calle, mi calle, parece revolverse al compás de la sinfonía de cualquiera de aquellos locos que dedicaron su vida a la música. Las notas de un viejo tocadiscos...


miércoles, 20 de febrero de 2013

Vacío y Oscuridad

"-Siempre habrá cosas buenas y cosas malas, lo sabes.. Pero como no permitas que lo bueno entre y te haga estar mejor, no saldrás de donde quiera que estés..
-Es que no sé si quiero salir. A veces siento que no puedo más, y tengo que irme para no pensar. Huir de mí. Y contigo no puedo hacerlo.
-¿Por qué? Eres libre de hacerlo...
-Porque tú sabes quien soy.
-Tú lo has olvidado... Pero yo no. Y nunca lo voy a hacer. Y no me iré, ni cambiaré, ni dejaré de ser quien soy. No dejaré de recordarte que eres capaz de querer... aunque ahora solo veas y sientas odio."
La encontraron tumbada en el suelo, intacta, sin ninguna herida aparente. Su rostro angelical, casi infantil permanecía pegado al asfalto. Mantenía sus ojos, casi amarillos, abiertos. Pero ya no tenían vida. Ninguno de los presentes se atrevía a mirarla más de unos segundos, les producía una sensación incómoda. Un vacío al que no estaban acostumbrados se adueñaba de ellos y les aprisionaba el corazón.
El silencio era absoluto cuando procedieron a cubrir su rostro, a nadie le gustaba imaginar las historias que sucedían entre la espesa niebla de la ciudad pasada la medianoche.
Y entonces se escuchó, y aunque apenas era audible, todos los presentes se estremecieron . Era el sonido de un corazón, que aunque roto, seguía latiendo.

lunes, 18 de febrero de 2013

Abrazando recuerdos

Ahora la miro con ternura, con una mirada de una comprensión infinita, dedicándole una sonrisa que pretende decir que todo saldrá bien, que por mucho que la duela en ese momento, todo acabará quedándose en un mal recuerdo que muchas veces ni recordará. La cojo de la mano y la abrazo todo lo fuerte que puedo, sin soltarla un segundo, pues sé que ha sentido el gélido aliento de la soledad muchas más veces de las que debería haber soportado. Es tan fuerte... y sin embargo, me sigue pareciendo demasiado vulnerable. Quiero decirla que yo estoy aquí, que siempre lo estoy, y que no se debe preocupar, que conozco muy bien a su ángel de la guarda, ese que siempre se queda en la esquina de su cama hasta que consigue dormirse.
Me gustaría decirla que aún recuerdo muchas de sus pesadillas, y también todas las noches que se dormía llorando abrazada a aquella foto, que conozco sus miedos casi mejor que los míos propios y también todos los sueños de un futuro que algún día pretende cumplir.
Pero me limito a rodearla con mis brazos y darle toda la calidez que pueda, pues sé que la necesitará en muchos más momentos de los que es capaz de imaginar.
Me gustaría prometerla que su vida será tal y como se la imagina todos los días, que ya ha pasado por casi todo el sufrimiento y que apenas la quedan lágrimas que llorar, que olvidará todos los miedos que la amenazan por las noches y que siempre seguirá teniendo esa sonrisa y los brazos abiertos para todo el mundo.
Pero no puedo mentirla. Me gustaría, de verdad, pero ella odia las mentiras. Prefiere estar preparada para todo, y eso, con el tiempo, la volverá una persona que siempre parece estar a la defensiva. Me gustaría contarle todo lo que le va a pasar los siguientes diez años de su vida, pero no puedo ser tan cruel con ella. Tengo que dejarla vivir las cosas como le gustan, saboreando cada segundo de ellas, aunque eso suponga ir perdiendo partes de ella por el camino.
Me gustaría rodearla con mis brazos y no soltarla nunca, protegiéndola de todo. Enmendar sus errores antes de que pudiese cometerlos. Hacerla reir todos los días, para que nunca tuviese que sentir lo que es olvidar sonreir. Taparla los oídos para que no oyese todas esas promesas que algún día la destrozarán. Alejarla de todos los que no serán capaces de quedarse en su vida y la irán cambiando poco a poco, recubriéndola de una escarcha que ahora solo es capaz de ver en los muñecos de nieve. Me gustaría poder decirla que yo siempre estoy con ella, aunque ni siquiera me vea. Que no se tiene que sentir tan sola.
Pero no puedo. Porque entonces no la dejaría vivir. Porque entonces ni siquiera estaría escribiéndola, ni siquiera existiría yo, al menos no el yo que existe hoy por hoy. Asique me limito a quedarme muy cerca de ella, contándola esos cuentos que tanto la gusta escribir.
Y cuando consigo que se duerma, solo entonces, me pregunto si mi yo del futuro pensará lo mismo, si estará al igual que yo abrazándome y rodeándome, intentando quitarme parte de sufrimiento. Me pregunto si querrá decirme que ahora que ya he visto la cara más oscura de la vida y me he peleado con ella de muchas de las formas posibles perdiendo casi todas las batallas, volveré a ver aunque sea un poco de luz.

sábado, 9 de febrero de 2013

Baile de máscaras

Esa noche se sentía especialmente libre, siempre la habían gustado los bailes y mucho más si iban acompañados de máscaras. Le encantaba el misterio de bailar con alguien a quien sólo podías ver los ojos ,la sonrisa y a veces, escuchar su voz, y se divertía intentando imaginar quien estaría detras de ese misterio.
Pero al cambiar de pareja por última vez se había empezado a encontrar mal. Había algo en los ojos azules de ese chico que la hacía estremecerse y contener la respiración por miedo a que la mirase fijamente y la rompiese en pedazos. El chico no la prestaba atención, estaba demasiado concentrado en algo que estaba lejos de allí, quizá incluso en sus propios pensamientos. Tenía la mirada casi ausente y su boca reposaba en su cara con un gesto de impasibilidad que no reflejaba ninguna emoción. Al contrario que todos los presentes, parecía incluso aburrido, como si le hubiesen obligado a ir allí y estuviese, simplemente, intentando que el tiempo pasase más deprisa.
Pero todas las divagaciones de Maia sobre ese misterioso chico se acabaron cuando finalizó la música y por un segundo él la miró.
Todo lo que había pensado hasta ese momento desapareció, dejando espacio sólo a esa mirada cautivadora. Era incapaz de apartar los ojos de él por mucho que lo intentaba y las fuerzas le flaquearon cuando de golpe, él se apartó de su lado para continuar el baile con otra chica. Todo lo libre que se había sentido hasta ese momento, pasó a ser angustia y opresión.
"¿Qué me está pasando?" se preguntó en silencio mientras se retiraba  a los jardines para ir a coger aire . A cada paso que daba el aire que entraba en sus pulmones le quemaba más la garganta y la opresión que sentía amenazaba con axfisiarla, clavandose en ella como mil cuchillos llenos de veneno.
Apresuró el paso hasta llegar donde nadie podría verla y se dejó caer al suelo. "Esto es ridículo" pensó por enésima vez mientras intentaba contener las lágrimas a causa del dolor.
¿Qué le había pasado? ¿Por qué tanto por sólo unos ojos? ¿Quien era ese chico que no podía sacarse de la cabeza? ¿Por qué ese dolor?.
Maia no entendía nada pero decidió que lo único que podía hacer era calmarse y dejar de pensar en los momentos anteriores. Pensar en algo bueno, en algo que la gustase. Pero cuando lo intentó hubo algo que la asustó aún más. Algo en lo que nunca se había parado a pensar. No tenía ni un sólo recuerdo que no fuese de noches de baile y mascaras. Ni uno más. ¿Era eso posible?
"Ese chico me ha borrado mis recuerdos" fue lo primero que pensó, dándose cuenta al segundo de lo absurdo que resultaba ese pensamiento.
Se forzó a hacer memoria, a averiguar algo más de lo que se suponía que era su vida. Pero por mucho que lo intentó no consiguió nada. Era como si sólo viviese durante los bailes de máscaras y el resto del tiempo permaneciese en una especie de sueño del que no era consciente.
Aterrada, volvió al salón para ver si allí encontraba alguna respuesta a todos esos pensamientos que se sucedían por su mente sin ningún sentido, rayando la velocidad de la luz y mezclandose hasta que no se podía distinguir cual era cual.
Entró corriendo en aquella inmensa sala repleta de gente que de repente no le daban ninguna seguridad, buscando aquel chico, aquellos ojos.. sin encontrarlos. Una sombra cruzó la ventana que más proxima estaba a ella y con el último ápice de esperanza se asomó para ver si encontraba lo único que necesitaba ver en ese momento.
Lo que vio la dejó sin respiración. Era una sala igual que en la que estaba ella. Con miles de personas vestidas igual. Y allí estaba él, atravesándola con sus ojos azules. Dedicándola una mirada que la hizo sentir lástima por sí misma.
"¿Por qué me mira así?" fue lo único que pudo pensar mientras él se giraba para irse.
"¡No le dejes ir!" le gritó una voz desde su interior "¡Corre por él!". Y sin saber porqué se vio haciendo un intento de cruzar esa gran ventana. Un intento nulo. Había unas barreras invisibles que la prohibían moverse más allá de donde estaba. De esa ventana que desde el otro lado era un simple cuadro. Un cuadro que unos ojos azules no dejaban de observar intensamente.
"Estoy atrapada" fue lo último que pensó Maia, antes de desmayarse.

sábado, 2 de febrero de 2013

Hoy me suena más real que nunca...

Sigues siendo un poco inentendible. Pero no te creas, que últimamente te estoy pillando el truco y no eres tan díficil como pareces. Sólo he de tratarte con cuidado, que aunque parezcas muy fuerte, aún estás debilitado de todas las guerras que has tenido que librar y perdiste... He de coger un quitagrapas y arrancar todas esas partes que se pegaron a tí de forma inoportuna, y después, curarlas con cariño, para que cicatricen bien y no te dejen resquicios que te hagan tratarme de forma desagradable... He de estar pendiente de cada palpitación, para que no se te agolpen demasiadas juntas y empieces a ahogarte... He de abrazarte, despacio, para que no te puedas romper ni axfisiar...
No te preocupes, que te voy entendiendo. Prometo darte vacaciones una vez al año, y al menos, una noche de descanso entre semana. Pero sólo hazme un favor: no te cueles entre las cañerías oxidadas de nadie, que nos conocemos, corazón...

domingo, 27 de enero de 2013

Indomable

Lejos. Muy lejos. Alejada de todo lo que me rodea, alejada de mí. No sé donde me encuentro, tampoco me importa. Estoy desapareciendo.
¿Algún día os habéis levantado y habéis sentido que nada es real, que nada de lo que os rodea tiene más sentido que uno de vuestros sueños... que, de hecho, la línea que os hace distinguir la realidad de los sueños cada vez es más fina?  Cuando crees vivir una vida que no es la tuya es cuando te das cuenta de que te han atrapado unos límites que tú mismo te has impuesto.
Quizá siga encarcelada en una cárcel de la que un día creí salir. Quizá siga sin ser libre. El caso es que ahora me siento encadenada y es que ¡joder! que putada eso de no poder echar a volar...
Que yo no sirvo para estas cosas. Que yo soy más de esas niñas perdidas que se escapaban a posta para ir a Nunca Jamás. Sí, de esas que son más bonitas cuando viven despeinadas, salvajes.
No quiero continuar escribiendo historias que no me pertenecen. Ni vivir anclada a unos personajes que yo misma he creado para continuar sobreviviendo.
Que a mi lo que me va es morder la vida. Así, a lo indómito.

jueves, 10 de enero de 2013

Batallas

Ya  no tengo fuerzas ni para rendirme. Y es que por mucho aire que trate de inhalar me parece que nunca alcanzará a llenarme los pulmones. 
La verdad es que creo que ya no me reconocerías. Una extraña se ha adeñuado de mí y está haciendo de mi cuerpo su casa. Una extraña que no sabe si te echa de menos o está empezando a dejarte en el baúl de las historias perdidas a medio contar. A veces se me desdibujan los recuerdos, aunque ya no sea en forma de lágrimas.
Ya no me dueles como antes. Y eso sí que me da miedo, porque antes sabía que tenía que aferrarme a ese dolor. Pero si me quedo también sin él... ¿Qué me quedará?
Empiezo a creer que me queda poco por escribirte. Que después de estos meses por fin está llegando al fin mi despedida. Sí, ya sabes, mi manía de no decir nunca "adios" y siempre "hasta luego" me ha causado dificultades para dejarte ir y ahora que lo tengo en mis manos intento aferrarme al sufrimiento, que por quedar, es lo único que me queda. Al menos de tí.
Ya sabes que tengo tendencia a salvar a todas esas causas perdidas que se cruzan en mi camino, cómo no lo vas a saber si tú fuiste una de ellas... Pero ahora tengo alguien nuevo a quién salvar, ¿sabes? Y ya no me muerde la rabia por no haber ganado tus batallas, porque por una vez tengo una más importante que ganar:  la mía propia.

jueves, 3 de enero de 2013

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Como una playa en la que las olas chocan una y otra vez contra la arena, desdibujando todas las lecciones que intento plasmar para que no se vayan nunca. Borrando toda huella de un mínimo atisbo de estabilidad.
Hoy he vuelto a caer a tus pies, sin que tú te hayas dado cuenta. Nunca he roto más promesas con nadie más que conmigo misma y hoy de nuevo siento que puedo ahogarme en cualquier sitio creyendo que estoy perdida ante la inmensidad del mar.
Al menos no me he roto, no como antes. Creo que porque ni siquiera me ha dado tiempo a pegar todas las partes de mí que se marcharon. Al final, son solo rasguños. Rasguños que arañan y se clavan dentro de tí, para quedarse durante un tiempo amenazando con axfisiarte.
Ya no sé que me queda de mí, no soy capaz de reconocerme. ¿Qué se supone que se debe hacer en el momento exacto en el que al mirarte solo ves a una extraña devolviendote la mirada?
Tú tan frío y yo...¿Y yo tan qué? Tan vacía.
Tan vacia de todo, pero también de tí. Creo que a veces el destino nos ofrece una segunda oportunidad que nosotros no queremos aceptar. Puede que sea esta.
No me queda nada por darte... te di todo, lo tuviste todo en tus manos. Y lo rechazaste.
Puede que algún día, aunque no sea hoy, tenga que darte las gracias. Puede que algún día esté preparada para dejarte marchar del todo. Puede, quién sabe, eso se lo dejo al tiempo, que hace poco volvió conmigo demostrándome que a veces puede ser un buen compañero de camino.