Esa noche se sentía especialmente libre, siempre la habían gustado los bailes y mucho más si iban acompañados de máscaras. Le encantaba el misterio de bailar con alguien a quien sólo podías ver los ojos ,la sonrisa y a veces, escuchar su voz, y se divertía intentando imaginar quien estaría detras de ese misterio.
Pero al cambiar de pareja por última vez se había empezado a encontrar mal. Había algo en los ojos azules de ese chico que la hacía estremecerse y contener la respiración por miedo a que la mirase fijamente y la rompiese en pedazos. El chico no la prestaba atención, estaba demasiado concentrado en algo que estaba lejos de allí, quizá incluso en sus propios pensamientos. Tenía la mirada casi ausente y su boca reposaba en su cara con un gesto de impasibilidad que no reflejaba ninguna emoción. Al contrario que todos los presentes, parecía incluso aburrido, como si le hubiesen obligado a ir allí y estuviese, simplemente, intentando que el tiempo pasase más deprisa.
Pero todas las divagaciones de Maia sobre ese misterioso chico se acabaron cuando finalizó la música y por un segundo él la miró.
Todo lo que había pensado hasta ese momento desapareció, dejando espacio sólo a esa mirada cautivadora. Era incapaz de apartar los ojos de él por mucho que lo intentaba y las fuerzas le flaquearon cuando de golpe, él se apartó de su lado para continuar el baile con otra chica. Todo lo libre que se había sentido hasta ese momento, pasó a ser angustia y opresión.
"¿Qué me está pasando?" se preguntó en silencio mientras se retiraba a los jardines para ir a coger aire . A cada paso que daba el aire que entraba en sus pulmones le quemaba más la garganta y la opresión que sentía amenazaba con axfisiarla, clavandose en ella como mil cuchillos llenos de veneno.
Apresuró el paso hasta llegar donde nadie podría verla y se dejó caer al suelo. "Esto es ridículo" pensó por enésima vez mientras intentaba contener las lágrimas a causa del dolor.
¿Qué le había pasado? ¿Por qué tanto por sólo unos ojos? ¿Quien era ese chico que no podía sacarse de la cabeza? ¿Por qué ese dolor?.
Maia no entendía nada pero decidió que lo único que podía hacer era calmarse y dejar de pensar en los momentos anteriores. Pensar en algo bueno, en algo que la gustase. Pero cuando lo intentó hubo algo que la asustó aún más. Algo en lo que nunca se había parado a pensar. No tenía ni un sólo recuerdo que no fuese de noches de baile y mascaras. Ni uno más. ¿Era eso posible?
"Ese chico me ha borrado mis recuerdos" fue lo primero que pensó, dándose cuenta al segundo de lo absurdo que resultaba ese pensamiento.
Se forzó a hacer memoria, a averiguar algo más de lo que se suponía que era su vida. Pero por mucho que lo intentó no consiguió nada. Era como si sólo viviese durante los bailes de máscaras y el resto del tiempo permaneciese en una especie de sueño del que no era consciente.
Aterrada, volvió al salón para ver si allí encontraba alguna respuesta a todos esos pensamientos que se sucedían por su mente sin ningún sentido, rayando la velocidad de la luz y mezclandose hasta que no se podía distinguir cual era cual.
Entró corriendo en aquella inmensa sala repleta de gente que de repente no le daban ninguna seguridad, buscando aquel chico, aquellos ojos.. sin encontrarlos. Una sombra cruzó la ventana que más proxima estaba a ella y con el último ápice de esperanza se asomó para ver si encontraba lo único que necesitaba ver en ese momento.
Lo que vio la dejó sin respiración. Era una sala igual que en la que estaba ella. Con miles de personas vestidas igual. Y allí estaba él, atravesándola con sus ojos azules. Dedicándola una mirada que la hizo sentir lástima por sí misma.
"¿Por qué me mira así?" fue lo único que pudo pensar mientras él se giraba para irse.
"¡No le dejes ir!" le gritó una voz desde su interior "¡Corre por él!". Y sin saber porqué se vio haciendo un intento de cruzar esa gran ventana. Un intento nulo. Había unas barreras invisibles que la prohibían moverse más allá de donde estaba. De esa ventana que desde el otro lado era un simple cuadro. Un cuadro que unos ojos azules no dejaban de observar intensamente.
"Estoy atrapada" fue lo último que pensó Maia, antes de desmayarse.