viernes, 22 de febrero de 2013

Imaginación entrelazada

A las 8:50 el mundo despierta, y esa calle, mi calle, parece revolverse al compás de la sinfonía de cualquiera de aquellos locos que dedicaron su vida a la música. Las notas de un viejo tocadiscos salen en forma de una despedida que una adorable ancianita espera desde hace más de cinco décadas y nunca tendrá. Mientras, uno de sus vecinos, aquel extraño hombre que suele llevar peluquín porque aún pretende parecer joven sin dejar de ser el casanova que fue años atrás, recibe la noticia de que su hijo que llevaba años en la guerra, falleció salvando un compañero. Unas notas de un violín mal afinado suenan desde el otro lado de la calle, y el perro que solo tiene tres patas intenta en vano perseguir al gato persa de los vecinos más ricos de la calle. El llanto de un bebé que acaba de nacer se solapa con las risas de unos amigos que llevaban años sin verse y han decidido celebrar el reencuentro con más alcohol del que soportaran sus mujeres cuando vuelvan a casa. Un niño cae de su bicicleta mientras intenta aprender a montar sin ruedines y el coche que trae de vuelta a casa a la tía lejana de los vecinos de la casa verde, tiene que parar para no atropellarle. La "madame" que en su juventud había sido la estrella del burdel de la esquina, ahora vuelve a casa con las medias rotas y el maquillaje corrido, preguntándose qué podrá hacerse hoy de comer. La hija de los señores del cuarto se mece en su habitación, sin parar de llorar, pensando que definitivamente se ha vuelto loca, que ya ni siquiera sabe cuantos días lleva encerrada allí, sin poder entender porque nadie sabe de su existencia justo cuando llega su madre, la misma que vive todos los días en la única mansión de lujo de la ciudad y tiene que escaparse a ese piso alquilado para llevar su doble vida, aquella que siempre le hubiese gustado tener. Dos extraños acaban de cruzar una sonrisa, sin saber que en unos años estarán felizmente casados. Un matrimonio discute mientras ocho personas hacen el amor. El chico de los recados le entrega una carta en secreto a la joven de la mansión, planeando una fuga que nunca llegará a realizarse. De la única tienda que hay sale olor a pan recién hecho y empieza a llenarse de gente. El mendigo ocupa su puesto a la puerta, ocultando tras una larga barba que en algún tiempo había pertenecido a la clase más pudiente de la ciudad. La viuda del segundo sale corriendo porque no le da tiempo a llegar a su cita semanal con el peluquero, del que todos menos él, saben que está enamorada. Los niños salen de sus casas con la mochila colgando, y las zapatillas a medio abrochar para no llegar tarde al colegio.
Y yo.. Yo llego al final de la calle. Solo son las 9:00 de la mañana. Me doy media vuelta y contemplo el espectaculo que parece sacado de una de las novelas que algún día me gustaría escribir. Y me pregunto si alguien se dará cuenta de cada minúsculo detalle e inventarán historias sobre mí.  Sonrío y me despido con un breve pero intenso latido de mi corazón.

A las 8:50 el mundo despierta, y esa calle, mi calle, parece revolverse al compás de la sinfonía de cualquiera de aquellos locos que dedicaron su vida a la música. Las notas de un viejo tocadiscos...


miércoles, 20 de febrero de 2013

Vacío y Oscuridad

"-Siempre habrá cosas buenas y cosas malas, lo sabes.. Pero como no permitas que lo bueno entre y te haga estar mejor, no saldrás de donde quiera que estés..
-Es que no sé si quiero salir. A veces siento que no puedo más, y tengo que irme para no pensar. Huir de mí. Y contigo no puedo hacerlo.
-¿Por qué? Eres libre de hacerlo...
-Porque tú sabes quien soy.
-Tú lo has olvidado... Pero yo no. Y nunca lo voy a hacer. Y no me iré, ni cambiaré, ni dejaré de ser quien soy. No dejaré de recordarte que eres capaz de querer... aunque ahora solo veas y sientas odio."
La encontraron tumbada en el suelo, intacta, sin ninguna herida aparente. Su rostro angelical, casi infantil permanecía pegado al asfalto. Mantenía sus ojos, casi amarillos, abiertos. Pero ya no tenían vida. Ninguno de los presentes se atrevía a mirarla más de unos segundos, les producía una sensación incómoda. Un vacío al que no estaban acostumbrados se adueñaba de ellos y les aprisionaba el corazón.
El silencio era absoluto cuando procedieron a cubrir su rostro, a nadie le gustaba imaginar las historias que sucedían entre la espesa niebla de la ciudad pasada la medianoche.
Y entonces se escuchó, y aunque apenas era audible, todos los presentes se estremecieron . Era el sonido de un corazón, que aunque roto, seguía latiendo.

lunes, 18 de febrero de 2013

Abrazando recuerdos

Ahora la miro con ternura, con una mirada de una comprensión infinita, dedicándole una sonrisa que pretende decir que todo saldrá bien, que por mucho que la duela en ese momento, todo acabará quedándose en un mal recuerdo que muchas veces ni recordará. La cojo de la mano y la abrazo todo lo fuerte que puedo, sin soltarla un segundo, pues sé que ha sentido el gélido aliento de la soledad muchas más veces de las que debería haber soportado. Es tan fuerte... y sin embargo, me sigue pareciendo demasiado vulnerable. Quiero decirla que yo estoy aquí, que siempre lo estoy, y que no se debe preocupar, que conozco muy bien a su ángel de la guarda, ese que siempre se queda en la esquina de su cama hasta que consigue dormirse.
Me gustaría decirla que aún recuerdo muchas de sus pesadillas, y también todas las noches que se dormía llorando abrazada a aquella foto, que conozco sus miedos casi mejor que los míos propios y también todos los sueños de un futuro que algún día pretende cumplir.
Pero me limito a rodearla con mis brazos y darle toda la calidez que pueda, pues sé que la necesitará en muchos más momentos de los que es capaz de imaginar.
Me gustaría prometerla que su vida será tal y como se la imagina todos los días, que ya ha pasado por casi todo el sufrimiento y que apenas la quedan lágrimas que llorar, que olvidará todos los miedos que la amenazan por las noches y que siempre seguirá teniendo esa sonrisa y los brazos abiertos para todo el mundo.
Pero no puedo mentirla. Me gustaría, de verdad, pero ella odia las mentiras. Prefiere estar preparada para todo, y eso, con el tiempo, la volverá una persona que siempre parece estar a la defensiva. Me gustaría contarle todo lo que le va a pasar los siguientes diez años de su vida, pero no puedo ser tan cruel con ella. Tengo que dejarla vivir las cosas como le gustan, saboreando cada segundo de ellas, aunque eso suponga ir perdiendo partes de ella por el camino.
Me gustaría rodearla con mis brazos y no soltarla nunca, protegiéndola de todo. Enmendar sus errores antes de que pudiese cometerlos. Hacerla reir todos los días, para que nunca tuviese que sentir lo que es olvidar sonreir. Taparla los oídos para que no oyese todas esas promesas que algún día la destrozarán. Alejarla de todos los que no serán capaces de quedarse en su vida y la irán cambiando poco a poco, recubriéndola de una escarcha que ahora solo es capaz de ver en los muñecos de nieve. Me gustaría poder decirla que yo siempre estoy con ella, aunque ni siquiera me vea. Que no se tiene que sentir tan sola.
Pero no puedo. Porque entonces no la dejaría vivir. Porque entonces ni siquiera estaría escribiéndola, ni siquiera existiría yo, al menos no el yo que existe hoy por hoy. Asique me limito a quedarme muy cerca de ella, contándola esos cuentos que tanto la gusta escribir.
Y cuando consigo que se duerma, solo entonces, me pregunto si mi yo del futuro pensará lo mismo, si estará al igual que yo abrazándome y rodeándome, intentando quitarme parte de sufrimiento. Me pregunto si querrá decirme que ahora que ya he visto la cara más oscura de la vida y me he peleado con ella de muchas de las formas posibles perdiendo casi todas las batallas, volveré a ver aunque sea un poco de luz.

sábado, 9 de febrero de 2013

Baile de máscaras

Esa noche se sentía especialmente libre, siempre la habían gustado los bailes y mucho más si iban acompañados de máscaras. Le encantaba el misterio de bailar con alguien a quien sólo podías ver los ojos ,la sonrisa y a veces, escuchar su voz, y se divertía intentando imaginar quien estaría detras de ese misterio.
Pero al cambiar de pareja por última vez se había empezado a encontrar mal. Había algo en los ojos azules de ese chico que la hacía estremecerse y contener la respiración por miedo a que la mirase fijamente y la rompiese en pedazos. El chico no la prestaba atención, estaba demasiado concentrado en algo que estaba lejos de allí, quizá incluso en sus propios pensamientos. Tenía la mirada casi ausente y su boca reposaba en su cara con un gesto de impasibilidad que no reflejaba ninguna emoción. Al contrario que todos los presentes, parecía incluso aburrido, como si le hubiesen obligado a ir allí y estuviese, simplemente, intentando que el tiempo pasase más deprisa.
Pero todas las divagaciones de Maia sobre ese misterioso chico se acabaron cuando finalizó la música y por un segundo él la miró.
Todo lo que había pensado hasta ese momento desapareció, dejando espacio sólo a esa mirada cautivadora. Era incapaz de apartar los ojos de él por mucho que lo intentaba y las fuerzas le flaquearon cuando de golpe, él se apartó de su lado para continuar el baile con otra chica. Todo lo libre que se había sentido hasta ese momento, pasó a ser angustia y opresión.
"¿Qué me está pasando?" se preguntó en silencio mientras se retiraba  a los jardines para ir a coger aire . A cada paso que daba el aire que entraba en sus pulmones le quemaba más la garganta y la opresión que sentía amenazaba con axfisiarla, clavandose en ella como mil cuchillos llenos de veneno.
Apresuró el paso hasta llegar donde nadie podría verla y se dejó caer al suelo. "Esto es ridículo" pensó por enésima vez mientras intentaba contener las lágrimas a causa del dolor.
¿Qué le había pasado? ¿Por qué tanto por sólo unos ojos? ¿Quien era ese chico que no podía sacarse de la cabeza? ¿Por qué ese dolor?.
Maia no entendía nada pero decidió que lo único que podía hacer era calmarse y dejar de pensar en los momentos anteriores. Pensar en algo bueno, en algo que la gustase. Pero cuando lo intentó hubo algo que la asustó aún más. Algo en lo que nunca se había parado a pensar. No tenía ni un sólo recuerdo que no fuese de noches de baile y mascaras. Ni uno más. ¿Era eso posible?
"Ese chico me ha borrado mis recuerdos" fue lo primero que pensó, dándose cuenta al segundo de lo absurdo que resultaba ese pensamiento.
Se forzó a hacer memoria, a averiguar algo más de lo que se suponía que era su vida. Pero por mucho que lo intentó no consiguió nada. Era como si sólo viviese durante los bailes de máscaras y el resto del tiempo permaneciese en una especie de sueño del que no era consciente.
Aterrada, volvió al salón para ver si allí encontraba alguna respuesta a todos esos pensamientos que se sucedían por su mente sin ningún sentido, rayando la velocidad de la luz y mezclandose hasta que no se podía distinguir cual era cual.
Entró corriendo en aquella inmensa sala repleta de gente que de repente no le daban ninguna seguridad, buscando aquel chico, aquellos ojos.. sin encontrarlos. Una sombra cruzó la ventana que más proxima estaba a ella y con el último ápice de esperanza se asomó para ver si encontraba lo único que necesitaba ver en ese momento.
Lo que vio la dejó sin respiración. Era una sala igual que en la que estaba ella. Con miles de personas vestidas igual. Y allí estaba él, atravesándola con sus ojos azules. Dedicándola una mirada que la hizo sentir lástima por sí misma.
"¿Por qué me mira así?" fue lo único que pudo pensar mientras él se giraba para irse.
"¡No le dejes ir!" le gritó una voz desde su interior "¡Corre por él!". Y sin saber porqué se vio haciendo un intento de cruzar esa gran ventana. Un intento nulo. Había unas barreras invisibles que la prohibían moverse más allá de donde estaba. De esa ventana que desde el otro lado era un simple cuadro. Un cuadro que unos ojos azules no dejaban de observar intensamente.
"Estoy atrapada" fue lo último que pensó Maia, antes de desmayarse.

sábado, 2 de febrero de 2013

Hoy me suena más real que nunca...

Sigues siendo un poco inentendible. Pero no te creas, que últimamente te estoy pillando el truco y no eres tan díficil como pareces. Sólo he de tratarte con cuidado, que aunque parezcas muy fuerte, aún estás debilitado de todas las guerras que has tenido que librar y perdiste... He de coger un quitagrapas y arrancar todas esas partes que se pegaron a tí de forma inoportuna, y después, curarlas con cariño, para que cicatricen bien y no te dejen resquicios que te hagan tratarme de forma desagradable... He de estar pendiente de cada palpitación, para que no se te agolpen demasiadas juntas y empieces a ahogarte... He de abrazarte, despacio, para que no te puedas romper ni axfisiar...
No te preocupes, que te voy entendiendo. Prometo darte vacaciones una vez al año, y al menos, una noche de descanso entre semana. Pero sólo hazme un favor: no te cueles entre las cañerías oxidadas de nadie, que nos conocemos, corazón...