miércoles, 21 de mayo de 2014

El frío nunca me molestó

Todo ha desaparecido.
Las personas, los sentimientos, los recuerdos nítidos. Ya no les echo de menos, a ninguno.
Ahora solo me echo de menos a mi siendo yo con esas personas.
Yo también he desaparecido.
Ahora todo está oscuro, desdibujado. Como si viviese a través de distintos filtros que no permiten pasar más luz de la que puedo soportar. O de la que me puede salvar.
Ya no siento dolor. No se me clava en lo más profundo impidiéndome respirar. No me arden los pulmones ni se me hunde el corazón a cada latido.
Ahora solo estoy perdida.
En medio de ningún lugar, entre lo que solía ser y lo que llegaré a ser algún día. Desconociéndome para ser capaz de darme otra oportunidad a mí misma. Para volver a ser, a sentir, a vivir.
Ya no sé quién soy. Ya no sé que queda.
Es el momento.

sábado, 22 de marzo de 2014

Inevitable pensar...

Me pregunto cuánto queda de nosotros mismos después de toda una vida.
Nos construimos echando raices en personas efímeras, con la absurda esperanza de que el dolor de su huida merecerá la pena en cuanto veamos un atisbo de nuestra personalidad brillando dentro de ellos. Pero una vez lejos, dejas de verles a ellos, y mucho menos a ti. Entonces te preguntas a donde irán a parar todas aquellas cosas que entregaste sin pensarlo y que nadie quiso para sí. Y asi es como dejamos de ser inherentes a nuestra propia personalidad. Llenos de agujeros y vacios que intentar llenar con el humo de un cigarro que nunca llega. Llenos de promesas incumplidas que acabaron siendo deseos formulados en forma de súplica.
Y la verdad, es que ya no sé si escribo para olvidar o para recordarme.
Porque al final ya no sabes cuando eres más tú... intentando olvidarlo todo o llenando los vacios con todas las partes de otros que se perdieron dentro de tí.